Soy Roberto Alegría y desde hace mas de 15 años me dedico profesionalmente a la fotografía de acción y retratos.
Cuando tenia 14 años tuve mi primer encuentro con el mundo de la fotografía gracias a mi hermana que por entonces estaba haciendo un curso de fotografía. Ella fue enseñándome todo lo que iba aprendiendo y con su cámara réflex de 35mm poco a poco comencé a tomar fotos.
Aproximadamente un año después me apunte a un concurso de fotografía en mi ciudad (Vitoria-Gasteiz) con la esperanza de quedar al menos entre los 5 primeros y contra todo pronostico quede el primero. Con el dinero del premio compré mi primera cámara y empece a sacar fotografías urbanas y paisajes. Por aquel entonces ya llevaba unos años encima de una tabla de skateboard y fue poco un poco mas tarde cuando empece a fotografiar a mis amigos en skate. No tenias grandes pretensiones con mi cámara, solo divertirme al igual que lo hacia con mi skate, pero si había algo que tenia muy claro y es que mis fotos tenían que ser diferentes a lo que por entonces existía en la escena del skateboard, ya que toda las fotos de acción me parecían iguales. Con los años fui perfilando mi estilo que mas tarde empezó interesar a editoriales y marcas del sector.
Así es como empezó mi carrera profesional y eso me permitió viajar por todo el mundo, hacer muchas fotos y conocer a muchas personas que de otra forma hubiera sido imposible conocer. Se podría decir que la fotografía fue y sigue siendo un pasaporte para viajar y conocer gente.
Desde entonces un cuantas cámaras han pasado por mi manos tanto analógicas como digitales así que desde mi experiencia puedo decir que tengo algo de criterio sobre cámaras fotográficas.
Hace unos meses tuve el honor de tener por unos días una cámara de la que había oído mucho hablar y como usuario de cámaras de medio formato no eran pocas las ganas que tenia de probarla; La Fujifilm GFX 50s.
Hasta la fecha creo que es la mejor cámara que he podido tener en mis manos, ya que tiene lo mejor de los dos mundos; la versatilidad, aspecto, manejo y peso de una cámara de 35mm y la calidad, sensor y rango tonal de una cámara de formato medio.
Tiene unas cuantas ventajas con respecto a las de medio formato que yo he usado anteriormente; una es su peso, que a primera vista engaña y que es muy inferior a lo que aparenta, eso tiene bastante que agradecer si haces muchas salidas con tu mochila, la otra es que a ISOs altos casi no se aprecia ruido en la imagen cosa que con las cámaras que antes usaba
pasar de ISO 100 o 200 era una aventura arriesgada. Otra cosa que me fascino fue el visor y la pantalla, a ‘priori’ fui un
poco reacio en cuanto al visor electrónico pero he de decir que después de usarlo por primera vez ahora lo hecho de menos, visualizar en el visor una foto y ver los detalles en zoom no tiene precio, me recuerda a cuando años atrás veía las diapositivas con la lupa en la caja de luz.
En cuanto a la pantalla (que se puede mover en casi todas las direcciones) veréis una foto en la galería de un patinador dentro de una escultura de círculos, fue posible hacerla gracias a que me subí a un banco y con los brazo estirados completamente hacia arriba y mirando la pantalla conseguí centrar al skater en el circulo, con otra cámara ni se me hubiera ocurrido hacer esa foto.
Durante las semanas que tuve la cámara no puede usarla todo lo que hubiera querido ya que llovieron muchos días pero si hice un par de salidas para hacer fotos de acción en Barcelona. El primer día fui con un amigo skater; Gabriel Engelke, con el que siempre acabo haciendo buenas fotos de skate. Encontramos una escultura que proyectaba una sombras muy duras e interesantes y decidimos probar suerte. No dudé en sacar el gran angular GF23mm para recoger tantas luces y sombras como fuesen necesarias y la verdad que viendo el resultado quede muy satisfecho. Es un gran angular que no deforma en exceso y mantiene nitidez de imagen desde el centro hasta las esquinas y no es excesivamente pesado. Días después hice por primera vez un viajé a Venecia y que decir de esta ciudad que no se haya dicho ya. Una autentica maravilla que sinceramente superó con creces mis expectativas y eso a pesar de los miles de turistas que allí había. Probar esta cámara en Venecia era una suma de ingredientes que no podía fallar, sobre todo los atardeceres junto con los tonos ocres de las viejas paredes, todo un espectáculo para la vista.