Lo confieso, pensé en dejar la fotografía. Un verano volví de vacaciones y mi bolsa de equipo parecía pesar más que nunca. Llevaba años “penando” por los campos de La Liga y otras arenas. Perdía horas en colas interminables esperando recoger un pase y arrastraba maletas pesadas llenas de cámaras y objetivos enormes.
Pero en realidad siempre quise ser fotógrafo de viajes y aquello no se parecía en nada a mi sueño. Planeaba en secreto perderme en las montañas con mi bicicleta.
Mientras intentaba convertir la bici de hobby a trabajo llevé mi equipo a una escapada remota. Estuvimos 10 horas en la montaña y pensé que no sería capaz de terminar, la mochila me mataba. Hacía tiempo había perdido de vista al Real Madrid y al Barça.
Adoraba mi equipo Canon, pero el peso me estaba pasando factura, llegaba el momento de cambiar de cuerpo y necesitaba pensar.
La primera vez que vi una Fujifilm X fue en manos de mi amigo Arturo Rodríguez, hoy X Photographer. Y pensé el avance que supondría una cámara de las mismas prestaciones de mi equipo, pero en tamaño reducido. Buscando más di con que otro amigo (también X Photographer) Pedro Armestre estaba usando un equipo Fujifilm X, le pregunté y respondió “lo estoy usando para el 90% de mi trabajo profesional”.
Tres factores fueron clave para el cambio: la afirmación de Pedro, el peso y el precio, ambos reducidos a la mitad.
Lo primero que hice al coger mi X-T1 fue ponerla en modo ráfaga y disparar, al instante supe que no me había equivocado. Viniendo de equipos más robustos las sensaciones y el tacto eran mis dudas principales, pero el alivio del peso me sacaba sonrisas. Calculé que el cuerpo X-T1, y los objetivos 1855 de kit y 55200 me permitirían ir más lejos en las montañas. Y cuando empecé a colaborar con la revista Bikes World los probadores se sorprendieron. Por primera vez al fotógrafo montando en bici a su lado buscando las mejores localizaciones.
El principal reto para una cámara al fotografiar deportes es el enfoque automático, el de la serie X no se acercaba al de mi antigua Canon tope de gama, pero el modo de ayuda al enfoque manual peaking, posible gracias a su visor electrónico, arrasó mis dudas. Mi método ahora es Preenfocar la zona del cuadro que me interesaba y disparar al pasar el sujeto por donde quiero. Precisión científica. El visor electrónico me generó dudas al principio, pero al tercer día era el fan número 1 Desde que colaboro con esta revista he publicado infinidad de portadas y dobles páginas con una calidad que nada tiene que envidiar a equipos más robustos. Además llego con más facilidad a los mejores paisajes.
Otra de las ventajas que he usado es la combinación del vídeo con el temporizador del timelapse incorporado. En muchas cámaras esta técnica sólo está disponible comprando accesorios adicionales. De hecho hemos producido, en combinación con la famosa cámara de acción GoPro y otra cámara compacta, vídeos de aventuras con muchísimo éxito online.
La incorporación de funciones ha contribuido a aligerar mi equipo.
Fuera de las montañas la ligereza del equipo serie X me permite trasladarme solo, sin otra persona que transporte el equipo de iluminación ligero para sesiones de retratos de marca personal y otras sesiones corporativas. La discreción me ha ayudado a mezclarme mejor entre el personal, acorta mis tiempos de producción, la gente se siente menos intimidada por una cámara menos voluminosa.
Disponer de esa ligereza y discreción ha despertado nuevas ambiciones de una fotografía de viajes más casual, puedo ir con mi cámara a muchos sitios sin llamar la atención y fotografiar cómodamente y con mucha agilidad.
Lo confieso, dos años después de abandonar las réflex por la serie X sin espejo no he dudado ni un momento de haber tomado una decisión tan radical. Todo ha ido a mejor.