A veces me pregunto el por qué de mi pasión por la fotografía. Creo que más allá de poder capturar el momento o hacer de una historia una imagen, en mi caso es poder compartir lo que siento cada vez que estoy a 10.000 metros de altitud y observo la magia que nos ofrece la tierra y todos sus elementos. Mi otra pasión es la aviación, profesión a la que me dedico y que me permite tener estas vistas casi a diario. Por supuesto, en mi maleta de vuelo no falta mi licencia de vuelo y todo lo indispensable para viajar, pero desde hace ya un tiempo, tampoco falta mi Fujifilm X-T30. Mi mejor compañera de viaje para poder capturar esos momentos especiales a bordo de la aeronave que llevo volando estos últimos ocho años.
Suelen ser momentos de calma, en crucero, cuando el estrés de la escala y despegue han quedado detrás y puedo disfrutar de la observación a través de los cristales de nuestra oficina y sus inmejorables vistas. Amaneceres, atardeceres, tormentas y paisajes curiosos que desde ningún otro sitio pueden ser fotografiados.
En este caso me ayudo de dos ópticas muy versátiles para poder cubrir todas las distancias focales que considero necesarias. La óptica Fujinon XF18-55mm y el teleobjetivo Fujinon XF55-200mm son mis mejores aliadas y me acompañan tanto volando como en todos mis viajes. Depende del día y la situación decido usar una lente u otra e intento capturar una parte de esas sensaciones que tenemos los pilotos cada vez que tenemos tiempo para disfrutar de las vistas. También en tierra, aprovecho a sacar mi “Fuji” para retratar lo que sucede en los aeropuertos, que tienen muchas historias que contar. Es una pequeña ciudad en la que cada persona tiene su función e intenta que los aviones pasen el tiempo mínimo necesario en tierra antes de volver al aire.
Poder combinar dos de mis pasiones es algo que me hace especial ilusión y me motiva día a día para seguir capturando nuevos momentos y poder compartirlos a través de mis redes sociales y acercar un poco mi profesión a los que no se dedican a ello pero sienten una profunda admiración por lo que hacemos. Creo que la fotografía tiene esa magia de poder acercarnos a sitios donde nunca hemos estado o darle otro punto de vista a cosas cotidianas para poder admirarlas de nuevo.
Por supuesto, estas imágenes han podido ser realizadas en fases no críticas de vuelo, con piloto automático y como piloto no al mando o en asientos adicionales de la cabina de vuelo. Los aterrizajes y despegues nos dejan unas imágenes espectaculares que se quedan en nuestra memoria y que solo podemos compartir a través de los recuerdos que guardamos.
Son muchas horas de vuelo acumuladas, pero siempre con la misma ilusión de encontrar nuevas imágenes y saber que nunca nos podremos cansar de verlo. Os invito a que, cuando voléis, nunca perdáis la oportunidad de volar en el asiento próximo a la ventana y disfrutéis de estas maravillosas vistas.
¡Nos vemos en el aire!