Me dedico al mundo del cine y de la televisión, formando parte del equipo de cámara de diferentes producciones, en la primerísima línea de fuego: los Sets de rodaje. A veces como auxiliar, otras veces de foquista, y otras como Director de fotografía. Me paso 12h al día entre cámaras, testeándolas, exprimiéndolas a más no poder, y viendo el resultado final en la pantalla grande. A nivel profesional estoy muy familiarizado con la imagen y con los equipos técnicos, y a nivel personal, me quedo con Fujifilm.
Tras experimentar en primera persona las diferentes necesidades que surgen en un rodaje profesional, las carencias y las virtudes de los equipos, decidí cambiarme de marca hace un par de años. Si algo he aprendido en mi trabajo es que los errores salen muy-muy caros; es impensable parar un rodaje porque una cámara no encienda, o porque una óptica se haya descolimado. Y aunque la marca aún no haya desarrollado cámaras de Cine, siempre que he trabajado con ópticas Fujinon el resultado ha sido impecable. Su ergonomía, versatilidad, y calidad de imagen hacen que sean una apuesta segura cada vez en más producciones, y a nivel personal no podía ser de otra manera: me quedo con Fujifilm.
Pese a mis 28 años de edad, mi andadura en la fotografía arrastra ya 10 años. Estudié en la prestigiosa ESCAC de Barcelona fotografía Cinematográfica, y ahí es donde despertó mi pasión por la imagen, tanto fija como en movimiento. En esta década he tenido la oportunidad de trabajar a nivel usuario con equipos completos de 3 marcas diferentes, y hace ya 2 años que me decanté por Fujifilm. Vendí todo lo que tenía, varios cuerpos réflex y objetivos de gama alta, harto del peso y de las aberraciones que me daban ciertas marcas punteras, y me compré una modesta Fujifilm X100T. Cambió mi manera de fotografiar, incluso de mirar.
Si bien antes cargaba con una mochila cada vez que quería observar el mundo que giraba a mi alrededor, ahora me bastaba con colgarme la X100T y salir a vivir. Hay una diferencia fundamental entre ir exclusivamente a sacar fotos, o vivir tu día a día en todos sus ámbitos y que los momentos lleguen a ti, sin necesidad de enfocarte.
Y esto es el maravilloso regalo que me brindó este pequeño cuerpo. Los “días fotográficos” evolucionaron, y ya no salía específicamente a cazar. Con mi pequeño juguete, hacía mi vida plenamente, y como buen observador que soy, la vida comenzó a florecer delante de mis ojos. Desde una excursión con mi pareja a un Set de rodaje, pasando por toda esa monotonía humana que se desarrolla en el ruido mundano, ahí estaba mi cámara, colgada del hombro sin apenas notarla, dispuesta a memorizar la explosión de experiencias que fundamentan la vida humana.
De una manera muy coherente fui dándome cuenta de que mi cámara y yo pasábamos desapercibidos en cualquier lugar (no como antes), y eso generaba realidad auténtica, con personas auténticas, gestos, movimientos y miradas auténticas. La realidad comenzó a ser más real, lo artificial se erradicó ante el poder de lo natural, la naturalidad de la condición humana empezó a ganar terreno al postureo y al nerviosismo de quien se siente intimidado delante de una cámara; Sean actores o no, la palabra francotirador nos viene a la cabeza cuando hablamos de equipos de tamaño considerable. Nada ni nadie sufría alteraciones de ningún tipo al disparar, porque el disparador era una persona más, era ellos, y no un fotógrafo al uso. Ya no buscaba la vida delante del objetivo: la vida venía a mí.
Y ha sido maravilloso, sin duda un punto de inflexión en mi desarrollo fotográfico.
Además de esto, en los más de 25.000 disparos que tiene la cámara, nunca ha saltado un error, nunca se me ha apagado o bloqueado, nunca he apreciado ninguna aberración de ningún tipo. Y eso genera en mí una confianza que ninguna otra marca ha logrado hasta el día de hoy.
Para ser una cámara compacta, la calidad es sublime. Tiene un rango dinámico superior a muchísimas compactas del mercado, y tanto el visor óptico como el digital funcionan de manera asombrosa; ver el play desde ahí es una delicia. La facilidad de manejo a la hora de navegar por los menús hace de la fotografía un arte mucho más universal, al alcance de todos y todas, y eso es encomiable. Además, tras imprimir en formatos grandes adquieres conciencia de lo mucho que puedas estirar la calidad de una cámara tan pequeña.
Y como todo me gusta de esta marca, hace unas semanas decidí volver a un cuerpo réflex (no por el cuerpo si no por las ópticas intercambiables). He adquirido la Fujifilm X-T3 con un XF16-55mm F/2.8 para rodar mi primer cortometraje personal, y lo que va saliendo, el 4K a 10bits en 422 externamente, da una calidad que se acerca mucho a los equipos profesionales de cine.
El enfoque automático me sorprende cada día más, es alucinante.
A la velocidad vertiginosa que avanza la tecnología, se me plantean serias dudas de dónde estará el límite y la diferencia de aquí a unos pocos años.