A medida que aprendo más sobre fotografía, más me apetece probar a hacer fotos en nuevas situaciones. Por mi formación como periodista, siempre he tenido una cámara cerca y he trabajado junto a varios fotógrafos y fotógrafas, a quienes he ido observando cómo trabajan, cómo se mueven en los eventos y cómo usan su equipo. En los últimos años, para mí, la fotografía se ha convertido en un elemento más para contar historias, y en muchas ocasiones, disfruto más con la cámara cerca del ojo que escribiendo.
En mi tiempo libre, hacer fotos se ha convertido en una de las actividades más cotidianas, así que suelo llevar la cámara encima en muchas ocasiones. Desde siempre me ha gustado disfrutar de la música en directo, así que un día, a punto de salir de casa con las entradas en la mano y casi por casualidad, decidí llevar la cámara conmigo.
Lo que al principio fue una simple anécdota para traerme un recuerdo de un concierto, se ha convertido en una forma de practicar la fotografía en condiciones especiales. Porque en un concierto hay muchísimas cosas a tener en cuenta. Ante todo, y siendo aficionada, intento no perder de vista que lo más importante es disfrutar del espectáculo, con o sin cámara. Teniendo eso bien claro, y con la experiencia de los últimos años, lo siguiente es escoger un buen sitio en la sala y no dejar de fijarse en todo lo que sucede: las luces y sus ciclos, los movimientos de los artistas, sus expresiones, todo lo que acontece sobre el escenario, la respuesta del público y los momentos clave del show. Es todo un ejercicio de observación, pero a la vez, es una forma más de disfrutar del concierto y generar nuevos recuerdos.
Con el tiempo, los resultados de mis fotografías no eran los que yo tenía en la cabeza. Con la práctica, había evolucionado y necesitaba que mi equipo lo hiciera conmigo. Ahí es cuando decidí pasar del sistema micro 4/3 a APS-C y a Fujifilm, en 2015. Desde entonces, he tenido varias cámaras y objetivos, hasta configurar mi equipo actual, con el cuerpo de Fujifilm X-T10, que tiene un agarre perfecto, y los siguientes objetivos: Fujinon XF16-55mm F/2.8 R LM WR, Fujinon XF35mm F/2 R WR y Fujinon XF55-200mm F/3.5-4.8 R LM OIS, que configuro según las dimensiones del recinto, la tipología de la sala, y la iluminación del espectáculo en concreto.
No siempre llevo la misma combinación de objetivos en la mochila. La óptica Fujinon XF16-55mm es mi base, mi todoterreno. Primero, por su apertura constante a F/2.8 en todo el rango focal, y en segundo lugar, porque me soluciona la mayor parte de las imágenes que suelo tener en mente, como el ambiente en el público y planos generales del escenario y la sala, pero también planos medios de los artistas. Como complemento, la óptica Fujinon XF55-200mm me sirve de ayuda para los primeros planos cuando estoy en salas más grandes, lejos del escenario y con problemas para moverme entre la gente. Por último, la óptica Fujinon XF35mm me da un pequeño extra de luminosidad en salas en las que estoy cerca, apenas puedo moverme y todo lo que sucede está a la misma distancia focal.
Hacer fotos en recintos grandes o cuando los artistas llevan una potente maquinaria de luz es relativamente sencillo. Con la iluminación suficiente, los resultados son muy buenos. Cuando el equipo fotográfico y la imaginación se ponen a prueba es en salas medianas o pequeñas, donde los grupos o los artistas cuentan con menos presupuesto y espacio para iluminación. Ahí es cuando noté el valor añadido que me ha aportado cambiar mi equipo a Fujifilm: buena respuesta a ISOS altos, más rapidez al enfocar y más calidad al disparar a altas velocidades a pesar de contar con una iluminación cambiante y en ocasiones, también deficiente.
Aparte, hay otros aspectos secundarios que también son importantes y que cada vez valoro más en la cámara Fujifilm X-T10, como la pantalla abatible, que me permite hacer fotografías desde un ángulo más alto o a ras de escenario sin perder el control de la situación, la posibilidad de silenciar el obturador y pasar desapercibida entre el público, y el wifi, que me va genial para enviarme algunas fotos directamente al móvil a través de la app Camera Remote y compartirlas en redes sociales justo después de cada concierto.
Sé que tengo mucho camino por delante para mejorar y seguir aprendiendo en la fotografía de conciertos, y que con el tiempo me apetecerá actualizar mi Fujifilm X-T10 a otro cuerpo de la Serie X con más prestaciones, pero por ahora quiero seguir exprimiendo esta pequeña cámara que tiene tanto potencial y recorrido, que me ha hecho apreciar la calidad fotográfica de Fujifilm y de un sistema que ha cubierto todas mis expectativas.