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La primera vez que vi las fotografías de Nicanor García fue en Instagram. Me pareció vibrante, preciso y consistentemente bueno. Nunca imaginé que lo conocería en persona, pero vino a visitar Japón cuando vivía allí por un corto tiempo. Contactó con muchos instagramers que estaban en Japón, y yo fui una de ellos. Lo que siguió fue la sorpresa inesperada de una fuerte conexión con intereses y valores similares. Ahora estamos casados y trabajamos juntos a tiempo completo. Esta es mi primera oportunidad de entrevistarlo formalmente.
S: Las personas que conocen tu trabajo te conocen como fotógrafo de Barcelona. ¿Cómo crees que crecer aquí ha influido en tu fotografía?
N: Tus primeros recuerdos van indisolublemente ligados al lugar donde naces y creces. Estos entremezclan las vivencias y los lugares, y todo ello, inevitablemente, es de donde se nutre la memoria, condicionando y matizando los recuerdos que construirás en el futuro
En Barcelona el buen tiempo invita a salir y explorar la ciudad, lo que simplifica las cosas cuando estás aprendiendo a mirar, y más tarde a fotografiar, haciendo que ese aprendizaje pueda ser más sostenido en el tiempo. Además del lugar también influye como aprendemos a mirar y a hacer fotos. Si es de manera autodidacta, a través de algún familiar o amigo, o estudiando fotografía en una escuela.
En mi caso es Barcelona, con su luz mediterránea, su arquitectura ecléctica, vital y diversa, la ciudad que me ha servido de campo de juego para aprender de forma autodidacta. Ella es la que me ha dado la escala y la medida, el punto de partida que ha permitido conseguir una manera personal de ver el mundo. Y esa forma de mirar es la que adapto cuándo viajo y voy descubriendo otros lugares.
S: ¿Cómo te ha ayudado la fotografía a ver tu propia ciudad mejor que alguien que no hace fotos?
N: Cada vez es más sencillo acceder a la fotografía, desde el punto de vista técnico, y también hay una cultura visual muy extendida que hace que podamos hablar de fotografía y no solo de generar imágenes. El proceso de simplemente pasar la vista sobre las cosas a tener una mirada “fotográfica” requiere de curiosidad, atención y pasión para que lo podamos desarrollar y así ser capaces de construir fotografías que reflejen lo que vemos y además puedan llegar a interesar a otros.
Entre lo que vemos y lo que fotografiamos hay una diferencia sustancial que hace necesario que adaptemos nuestra mirada a la cámara que usamos. Nuestra visión se adapta con facilidad a la luz y sintetiza lo que vemos muy rápidamente, incluso cuando estamos en movimiento. Pero una cámara es una versión muy simplificada de lo que puede hacer nuestra vista. Necesitamos aprender a ajustar sus parámetros y luego situarla de manera que podamos hacer el encuadre que buscamos.
Este proceso de adaptación, el cómo decidimos resolverlo, va a condicionar y a definir nuestra fotografía.
Al necesitar coordinar lo que vemos con el ajuste de la cámara, eso nos obliga a prestar más atención al mirar y tomar las fotografías. En consecuencia, establecemos un vínculo mayor con lo que vemos. En mi caso ha hecho que conozca de una manera más amplia y profunda mi ciudad, generando unos recuerdos extra que sin la fotografía habrían sido difíciles de desarrollar.
S: ¿Puedes describir cómo te convertiste en el fotógrafo que eres hoy? Eres un fotógrafo de arquitectura, pero haces muchas fotografías de viajes y también eres bastante bueno en fotografía callejera. ¿Cómo te convertiste en un “fotógrafo de arquitectura”?
N: De alguna manera todos somos fotógrafos, todos vemos el mundo de una forma particular y todos podemos hacer fotografías. En mi caso me dedico exclusivamente a la fotografía desde hace casi 8 años, antes me dedicaba a la arquitectura.
Al estudiar arquitectura aprendes a mirar el mundo de una manera muy intensa. Es una necesidad de los arquitectos, si quieres construir en el entorno existente, necesitas conocer bien como es y así puedes llegar a ser capaz de diseñar edificios y espacios que se integren con la realidad construida donde todos habitamos. Pero también tienes que entender las necesidades de las personas para que se ese diseño sea útil para ellos, que son los que lo van a utilizar y vivir en esos espacios que les has diseñado. En definitiva, la arquitectura me ha aportado una visión intensa y transversal del mundo. Eso hace que al fotografiar me interesen mucho la arquitectura, la construcción, la geometría… pero también la relación de las personas con esos espacios.
Los estudios de arquitectura son muy variados, tocando temas de proyecto, construcción, urbanismo, paisajismo, estructuras… pero también historia y humanidades. Lamentablemente al finalizar la carrera todo se concentra en la rama que escoges y ese saber diverso se queda limitado. En mi caso me especialicé en proyectos (diseño), y tuve la posibilidad de formar mi propio estudio. Eso me permitió diseñar y construir diversos edificios de diferentes tipologías (viviendas, oficinas, escuelas, urbanismo…), lo que fue muy enriquecedor y positivo.
Así pues, entiendo mi pasado como arquitecto como algo que enriquece mi presente como fotógrafo y que no condiciona mi manera de ver dentro de la fotografía en el futuro. Siempre estoy abierto a aprender más de otras disciplinas fotográficas, a incorporar lo que aprenda a mi forma de mirar. Por eso, aunque hago principalmente fotografía de viaje y arquitectura, siempre me interesa la fotografía de calle o la fotografía de coches (entre otras), y que en principio parecerían alejadas de mi foco de interés. Pienso que ese mestizaje fotográfico es de gran valor y enriquece mi punto de vista.
S: [¿Entonces usas esa forma de fotografiar en todas las fotos que haces?]
N: Sin embargo, cuando fotografías estás solo con lo que tienes delante de ti, con lo que ves. Cada vez soy más consciente que los motivos y los estilos solo son límites para la mirada. Que te especialices en un tipo de fotografía no significa que no puedas hacer otras. Tenemos mucha tendencia en acomodarnos y etiquetar nuestras fotografías. Pienso que lo importante está en nuestra mirada, en como vemos las cosas de forma personal, no en el tema o estilo.
S: ¿Puedes nombrar un libro de fotografía o una exposición que te haya influenciado mucho como fotógrafo? Estoy hablando de una imagen fija, la imagen impresa.
N: Hay dos libros que durante el inicio de mi carrera como arquitecto me impactaron positivamente y empezaron a hacerme valorar la fotografía. Son de los primeros libros que compré como estudiante y no solo me sirvieron para empezar a aprender a hacer arquitectura también, sin ser consciente, empezaron a formarme como fotógrafo.
El primero se titula “La Arquitectura de los años cincuenta en Barcelona”. Este libro, como su título indica, muestra una arquitectura muy específica, fotografiada en blanco y negro, por fotógrafos de la época. El poder de las imágenes hizo que pronto saltara páginas para ver quien había realizado aquellas fotografías. Entre ellos destacaba Francesc Català-Roca, del que eran la mayoría de fotos del libro. La mirada de Català-Roca me hizo investigar más sobre él y su contexto. Eso me llevó más tarde a descubrir otros fotógrafos como Julius Shulman o Ezra Stoller. Pero lo especial de Català-Roca es que llegó circunstancialmente a la fotografía de arquitectura. Él aprendió a fotografiar edificios a partir de la relación con los arquitectos a los que realizaba encargos, pero nunca perdió la frescura que tenía haciendo foto social o de calle, siempre dando un punto de vista original y característico que hace que siga siendo mi fotógrafo predilecto.
El segundo libro se titula “Souto de Moura” de la Editorial Gustavo Gili. Se trata de una recopilación de las primeras obras de un joven Eduardo Souto de Moura, probablemente mi arquitecto favorito. La claridad de sus proyectos, ordenados y limpios en la disposición de los espacios y en la selección de materiales, me impactó mucho. Ese libro se ha ido desgastando bastante debido a la cantidad de veces que lo he consultado y me ha servido como ejemplo. Pero sin darme cuenta, aprendiendo de la arquitectura de Souto de Moura, también aprendí de la fotografía Luis Ferreira Alves, que es quien ilustró con sus imágenes todo el libro. Sus composiciones cuidadas y humanas han influido tanto en mi fotografía, como Souto influyó en mi arquitectura.
S: ¿En qué proyectos estás trabajando estos días o este año?
N: En este momento estamos a punto de viajar a Beijing para presentar una exposición que hace un año pude realizar en Barcelona y en Lisboa, con la ayuda de la marca Roca. En esta exposición, titulada “Places & Spaces. Transversal Architectures”, presento una selección de mi trabajo de los últimos dos años y medio. Las fotografías están agrupadas por diferentes tipos de espacios que en ocasiones son arquitectónicos, otras urbanos y en ocasiones naturales.
Recientemente he terminado un par de trabajos muy diferentes, pero que ambos he disfrutado realizando. Una serie de fotografías de un viaje a la República Dominicana, y otra serie destinada a promocionar el arte y la cultura en Múnich.
En ocasiones los trabajos te llevan a lugares, no físicos, que se alejan de tu centro de gravedad (fotográfico). Por eso, siempre hay que hacer un esfuerzo para llevarlos a tu propio terreno, para encajarlos en mi contexto, como ha ocurrido en estos dos últimos casos.