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Ire Lenes es una fotógrafa documentalista madrileña nacida en 1981. Socióloga de profesión, se formó en la fotografía documental y contemporánea en la escuela PICA de Alcobendas.
Encuentra en la fotografía el enlace perfecto para contar esas historias que le interesan desde un punto de vista sociológico.
Recientemente expone su último trabajo “Archipiélagos“, una investigación de las minorías étnicas de Lituania. A través de 32 imágenes, Ire Lenes nos muestra su proyecto documental, con una vertiente sociológica, donde investiga la vida de las minorías étnicas en el país báltico, primera república en independizarse la URSS. Esta población de etnia no lituana se mantiene unida por aquello que les separa, el idioma ruso.
Ire Lenes publicó en nuestro blog su artículo “Pasar desapercibida” dónde nos cuenta su trabajo con la Serie X de Fujifilm.
Matías Costa nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973. Vive en Madrid. Su trabajo explora las nociones de territorio, identidad y memoria, a través de una aproximación artística a la tradicional fotografía documental.
Su trabajo ha sido ampliamente expuesto en centros de arte de todo el mundo, y forma parte de colecciones de arte como el Museo de América (España), el Hubei Museum of Art (China), el Museo de Arte Contemporáneo (Panamá) y colecciones privadas.
En 2020 tendrá lugar su primera retrospectiva en el centro de arte Sala Canal de Isabel II, de la Comunidad de Madrid.
I: ¿Recuerdas como descubriste la fotografía?
M: Lo recuerdo como un acercamiento progresivo, no como un descubrimiento fulminante. Siempre me interesó contar historias, inicialmente con la escritura, pero a medida que iba conociendo cosas me interesó también el cine y de esa manera, a través del interés por la literatura y el cine, llegué a la fotografía. Me pareció un medio muy potente para ir a la esencia de un significado, para resumir lo que con otro medio necesitaba de más desarrollo o explicación. La fotografía es sutil y compleja, admite interpretaciones y apela a la emoción más que a la razón. Es un medio muy fácil de utilizar pero muy difícil de dominar, no en el sentido técnico, sino expresivo.
I: ¿Cuál fue la primera fotografía de la que te sentiste orgulloso?
M: No puedo recordarlo. Obviamente en los inicios me sentía orgulloso de fotografías que ahora miro con ternura, como se mira el dibujo garabateado de un hijo. Si que recuerdo cuando me di cuenta de la diferencia entre hacer fotos como ejercicio estético y hacerlas como un medio para expresar una idea concreta, para tratar de decir algo acerca de un tema que me interesa. Esas fueron mis primeras fotos en las que tomé conciencia de lo enorme que es la fotografía como herramienta expresiva.
I: ¿Recuerdas el día en el que decidiste ser fotógrafo y por qué lo decidiste?
M: Recuerdo que hice un curso de fotografía documental de un año, financiado por el Fondo Social de la Unión Europea. Obviamente ya estaba interesado en la fotografía como medio, pero no me la había planteado como profesión. Allí me enseñaron no solo la técnica, también la manera de contactar con el mercado editorial de entonces. Cuando me di cuenta de que aquello que me gustaba tanto podía convertirse en un medio para ganarme la vida me resultó muy estimulante.
Comencé a dedicar todo mi tiempo y mi energía en convertirme en fotógrafo. Me pasaba el día fotografiando cosas, de todo tipo, generando contenidos que ofrecía a los medios. Me gustaba cada día más el mero hecho de hacerlo, de plantearme esos retos, y pronto empecé a tener resultados también en cuanto a crecimiento profesional. En poco tiempo ya vivía de mi fotografía y estaba aprendiendo muchísimo.
I: ¿Qué significan los cuadernos de campo para ti y desde cuándo se unen a tu fotografía?
M: El Cuaderno de campo es una serie abierta en la que recopilo todo tipo de información. Fundamentalmente son fotos y textos míos, vinculados a los procesos de trabajo en los que estoy metido. Pero también son reflexiones acerca del arte, la sociedad, las relaciones humanas… En fin, son una especie de diarios visuales, aunque no solo de carácter íntimo, también introduzco elementos ajenos, documentos, recortes, fotografías y textos de otros, capturas de pantalla de cosas que me interesan. En realidad llevo toda la vida, desde la infancia, escribiendo diarios. Pero es a partir de 2008 cuando me lo planteo como una serie específica, primero en forma de blog, y después en cuadernos físicos con un diseño a medida y numerados. Actualmente voy por el CC número 78. Me he planteado publicarlos, pero eso requiere un trabajo d edición que hasta el momento no he logrado hacer.
I: ¿Cómo describes tu fotografía?
M: Difícil cuestión. Creo que quien mejor habla de nuestro trabajo es nuestro propio trabajo, independientemente de lo que nos empeñemos nosotros en decir.
Practico una fotografía introspectiva que mira hacia fuera o una fotografía documental que mira hacia adentro. Utilizo el mundo exterior para hablar de mi propia biografía. Me interesan cuestiones que tienen que ver con la manera en que nos enfrentamos a los giros inesperados de la vida. En palabras de Sartre: “lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”. Para mí es muy importante la atmosfera, poder transmitir sensaciones que lo condicionan todo, como la nostalgia, el abandono, la huella. Con mi fotografía intento transmitir una impresión de extrañamiento frente a nociones como el territorio, la identidad y la memoria. Para mí la idea de ser, de dar un significado a lo que somos en este mundo, tiene mucho que ver con lo que nos falta, lo que buscamos sin llegar nunca a encontrar. Esa búsqueda vital se parece a lo que ocurre, en mi opinión, con la fotografía, donde lo mas importante es lo que no se ve, lo que permanece oculto en la imagen.
I: ¿Crees que el vivir en un lugar distinto al que naciste ha determinado tu trabajo como fotógrafo?
M: El vivir en un lugar distinto al que nací ha determinado mi vida, y por tanto mi mirada, claro. Pero no tanto por el hecho de vivir en otro país como por la manera en que salgo de mi país y llego a este. La necesidad de salir de una situación de violencia y vivir los primeros años en la incertidumbre ha generado en mí una relación concreta y complicada con cosas muy cotidianas como la estabilidad, la seguridad, la pertenencia, la relación con el pasado y el futuro, los vínculos afectivos. Todo eso lo he tenido que construir y afianzar siendo adulto, y ha influido muy directamente en las temáticas que me interesan como fotógrafo.
I: ¿Cómo pasas del fotoperiodismo a la fotografía documental de autor?
M: Es una evolución natural cuando un lenguaje o un contexto determinado no alcanza para expresar lo que quieres. Por un lado necesitaba más tiempo y más distancia para abordar las historias, cosa que los encargos no me permitían. Por otro lado me doy cuenta de que la manera en que necesitaba construir determinadas narraciones no tenía cabida en los medios de comunicación, ya que me metía en el terreno de la ficción y la interpretación libre de los hechos, con un lenguaje más evocativo que descriptivo, mucho menos periodístico. Me sigue interesando el periodismo, y creo que la irrupción de nuevas tecnologías de producción y difusión de contenidos a través de las redes sociales, ha permitido una apertura sin precedentes a la hora de poder contar las historias de formas totalmente nuevas.
I: ¿Cómo viviste el cambio a la fotografía digital?
M: A nivel de lenguaje no supuso un gran cambio. He seguido haciendo las mismas fotos, y evolucionando como venía haciéndolo, incluso con más libertad, sin las limitaciones técnicas del mundo analógico. Me costó un poco una cuestión más intangible, la manera en que me enfrentaba al trabajo sabiendo esas limitaciones, sin poder ver el trabajo hasta no revelar, con los carretes contados. Creo que el mayor cambio tiene que ver más con la idea de la difusión, más que con la técnica. La fotografía ya no se distribuye de la misma manera, cualquiera es capaz ahora de generar buenas imágenes y distribuirlas mundialmente en cuestión de segundos. Ese sí que es un cambio de paradigma, algo muy interesante que está reconfigurando nuestra manera de entender el lenguaje visual.
I: ¿Que te lleva a pasar al formato medio?
M: Me atrajo mucho la manera en que lo fotografiado se distribuye dentro del encuadre en el formato medio. Es un paso más allá. Genera una sensación de irrealidad, como si estuviéramos viendo una obra de teatro o una película.
Cuando fotografío en formato medio es como si pudiera introducir un plano más de interpretación de la realidad.
I: ¿Cómo es tu forma de trabajar? ¿Te surge la idea y la desarrollas o primero tomas fotos y luego surge la idea?
M: De alguna manera siempre tengo un radar encendido que detecta las temáticas que me interesan, las escenas que tienen que ver con mi universo visual, las personas que me resultan atractivas. No tengo que hacer un esfuerzo en buscar los temas o las ideas, cada día me encuentro con cosas que me atraen. A veces tiro de ese hilo y no hay más, solo una o varias fotos que incorporo a mi Cuaderno de campo. Otras veces surge un tema en el que quiero profundizar. En general surge la idea y después la desarrollo. Pero hay muchas fotos que son regalos, que me encuentro sin haberlas buscado.
I: Has trabajado en blanco y negro y en color, ¿qué es lo que determina decantarte por cada uno de los lenguajes?
M: No sabría decirlo. Desde hace muchos años trabajo casi exclusivamente en color. Inicialmente trabajé en blanco y negro porque sentía que mis temáticas lo necesitaban, y porque así aprendí a fotografiar. Pero a medida que fui ocupando mi lugar, acercándome a mi lenguaje, el color y el retoque muy leve de la imagen son herramientas con las que me encuentro cómodo.
El X-Photographer Matías Costa fotografiado por Ire Lenes
Selección de fotografías de Matías Costa