Las Islas Lofoten es un archipiélago que se encuentra al noroeste de Noruega bañado por el Océano Atlántico. Se caracteriza por paisajes espectaculares donde montañas y picos de más de 1000 metros se elevan como imponentes paredes desde la misma costa contrastando, a menudo, con las coloridas casitas y barcos que descansan a su vera. El mar que lo baña es muy rico debido a la corriente del Golfo, y esto hace que encontremos gran cantidad de pigargos y millones de aves marinas como gaviotas, cormoranes, frailecillos, etc. que hacen de este paraje un lugar increíble para los amantes de la Naturaleza.
Esta corriente además provoca la mayor anomalía de temperatura en el mundo por latitud porque, aun estando situado por encima del círculo polar ártico, las temperaturas son muy suaves pudiendo disfrutar en pleno invierno de temperaturas por encima de cero.
Desde hace siglos los pescadores se concentran en las islas durante el invierno, en busca del bacalao que baja del ártico a desovar, y dejan el pescado secándose al aire libre en secaderos de madera que se encuentran a lo largo de la única carretera principal que recorre las Islas pasando de una a otra por puentes o túneles submarinos.
Lofoten está considerado además uno de los mejores lugares de Europa para poder fotografiar las Luces del Norte o Auroras Boreales, un espectáculo increíble de colores que aparece en el cielo durante la noche debido a la llegada de partículas solares a la ionosfera. Para observarlas, además de estar en un buen lugar, es imprescindible también tener un poco de suerte y disfrutar de cielos despejados.
Aunque la mayoría de los desplazamientos los realizamos en coche, tuve que hacer una buena selección del material que iba a llevar para evitar un sobrepeso que me comportara pagos por exceso de equipaje en los vuelos y que mi espalda no sufriera demasiado en los trayectos a pie a través de la nieve, rocas o por la playa para buscar el mejor encuadre. En ese sentido un equipo APS-C que tiene un tamaño más comedido y menor peso en comparación con una full-frame es un aspecto que me facilita este tema.
Como cámara principal llevé Fujifilm X-T3 que, con el nuevo sensor X-Trans CMOS 4 y el motor de procesamiento de imagen X-Processor 4, mejora en su rango dinámico y ofrece un menor ruido a ISOs elevados. De todas formas la cámara Fujifilm X-T2 que llevé como segundo cuerpo sigue dando guerra y estando a la altura.
En cuanto a ópticas el Fujinon XF16-55mm fue mi herramienta principal, permitiéndome con su f2.8 captar esos momentos mágicos en medio de la oscuridad de la noche. También utilicé bastante Fujinon XF10-24mm que, pese a su f.4 como punto de partida y aun siendo mal considerado objetivo de gama media, demostró estar también a la altura de las circunstancias. Tengo que reconocer que me quedé con las ganas de probar en esas situaciones, el nuevo y flamante Fujinon XF8-16mm f2.8 que recientemente Fujifilm ha puesto en el listado de objetivos deseados de muchos/as.
Por supuesto el uso del trípode es imprescindible ya que para poder fotografiar las auroras, además de usar un diafragma tan abierto como nuestro objetivo nos permita y un ISO elevado (1600 o 3200), es necesario utilizar velocidades de 4 o 5 segundos aproximadamente. Las Auroras se van moviendo así que utilizar tiempos de exposición más prolongados hará que su forma no quede definida en la fotografía. También es recomendable llevar algunos buenos filtros para conseguir equilibrar la exposición y obtener los mejores resultados fotografiando las preciosas luces que se dan durante la salida y puesta del Sol.
Como la mayoría de vosotros/as sabréis, en fotografía nocturna no se puede utilizar el autofoco así que se suele enfocar en modo Manual a la distancia hiperfocal. Durante el viaje observé que los fotógrafos/as de otras marcas llevaban el foco fijado previamente desde casa bien dejándolo en la posición o bien con alguna marca en el objetivo. Para los que llevamos Fujifilm es tan simple como observar la barra de profundidad de campo, esa barrita azul que aparece en el visor en la parte inferior derecha y que te muestra visualmente cuanto tienes enfocado, si llega a infinito y con una marca blanca la distancia aproximada a donde estas enfocando.
Una Aurora Boreal es uno de los espectáculos más increíbles que he vivido que nos ofrece la Naturaleza. Observarla es mágico, esos colores en movimiento, esa luz bailando, te absorbe, te paraliza, dejándote embobado de tal manera que llegas a olvidar que le venías a hacerle una foto. Si algún día tienes la oportunidad de intentar su observación y fotografía no lo dudes, es una experiencia que no puedes dejar de vivir.