Un viaje de Gran Formato
Un continente, nueve países, ciento veintidós días, cincuenta grupos étnicos, treinta vuelos, más de un millón de pasos y nosecuantos buses, coches, motos, barcos y tuktuk. Una cámara Fujifilm GFX50R y más de cien retratos.
El viaje
Cuando te planteas un viaje fotográfico de estas dimensiones, necesitas un equipamiento a la altura. Desde la ropa o la bolsa hasta por supuesto, el equipo fotográfico, todo esto, ha de ser cien por cien confiable. Estando al otro lado del mundo, muchas veces en medio de la nada, no te puedes permitir que algo falle y tener que interrumpir el proyecto por una mala planificación o un fallo técnico no es una opción. Aun así, por fiable que sea, yo siempre recomiendo llevar un cuerpo extra y la cámara Fujifilm GFX50R me lo permite, porque a pesar de su monstruoso sensor, apenas pesa 775gr, unos 200gr menos que cualquier DSLR del mercado con un sensor de la mitad de tamaño.
Quien conoce a un fotógrafo que viaja, suele pensar que nos pasamos el día con la cámara en la mano, disparando y disfrutando de nuestra más obsesiva pasión, pero, lo que la mayoría no sabe, es que no todo es el romanticismo de los viajes y disparar fotos en los parajes más alucinantes a sujetos realmente singulares. Un proyecto como Face Oblivion, requiere de muchos meses de documentación y preparación. Primero, tienes que averiguar y decidir ¿qué vas a fotografiar? y ¿por qué?. Luego viene la preparación del viaje, saber cómo llegarás a esos lugares, contactar posibles guías locales y/o traductores, calcular bien la ruta para no perder tiempo, conexiones de vuelos con autobuses, trenes y barcos, gestionar permisos, presupuesto, tener en cuenta si vas a caminar mucho o no, para en función de eso, decidir qué equipo llevarás, hacer pruebas en casa si te llevas algo de material nuevo, para comprobar que todo funciona como esperas. Si llevas un dron, tienes que informarte bien de la legislación en cada país, entrevistarte con periodistas y expertos en la zona, porque pueden darte claves importantísimas que pueden hacerte cambiar de rumbo. Debes informarte sobre fiestas y rituales que puedan suceder mientras estas allí, por si pueda aportar algo a tu proyecto y debas cambiar el calendario que tenías previsto. Conocer los usos y costumbres locales, puede evitar que metas la pata y se te complique la vida con una tontería. En definitiva, un trabajo previo que a veces te puede llevar meses. Cuando llegas al lugar, la mayor parte del tiempo lo pasas viajando, negociando, comiendo, durmiendo y solo un poco disparando. Si hacemos un cálculo rápido, de 100 retratos a 15 minutos cada uno (en realidad nunca fue tanto tiempo) tenemos un resultado de 1 día haciendo clic y 121 con la cabeza en otro lado.
Existe la creencia, de que el Sudeste Asiático es solo sol y playa. Lo que nos venden las agencias de viajes es pad thai, masajes, playas paradisíacas y poco más, cuando en realidad esa zona de Asia, dividida en dos grandes regiones como son, la península de Indochina y el archipiélago malayo, en las que hay 11 países con una superficie de 5 millones de kilómetros cuadrados, tiene una gran variedad de ambientes y paisajes. Allí, nace la cordillera del Himalaya, hay bosques lluviosos, sabanas, volcanes y por supuesto, playas. Las temperaturas varían entre los -15 y los +45° centígrados. Con este escenario, de lo que llevemos en nuestra mochila, dependerá el éxito o el fracaso de nuestra aventura, así que hay que poner mucha atención en cada detalle.
Culturas del sudeste asiático
Las más intactas y ancestrales culturas sudeste asiático están ahora mismo enfrentando los peligros de la globalización. Sus junglas arden por culpa del aceite de palma y por el negocio maderero; carreteras y aviones están llegando a las áreas más remotas en pos de la mejora de las rutas de comercio y turismo; las personas, especialmente los jóvenes tienen acceso a internet y a la televisión y como todos los mundos, quieren vestir vaqueros y camisetas de sus equipos de fútbol favoritos, quieren parecerse a nosotros, a lo que ellos consideran una civilización exitosa.
Los Lao, Thai, Khmer, Visayas, Melayu o Jawa han asimilado completamente nuestro modo de vida. Mantienen su gastronomía y su lengua, pero, muchos de ellos se han convertido al cristianismo o al islam. El animismo ha sido prohibido en muchos lugares. Los ritos de paso de muchas tribus de Borneo no están permitidos por las leyes malayas.
Poco a poco, nuestro mundo conquista su mundo; máscaras de submarinismo y compresores de aire para los gitanos del mar, en Malasia, Indonesia, Tailandia o Filipinas, ciclomotores en áreas extremadamente remotas son usadas por los Nuhkui, en Laos, el metal corrugado está sustituyendo a los tradicionales techos de paja de los Ifugao en Filipinas. La comida rápida y los refrescos están volviendo gorda a la población. Todas esas pequeñas cosas están aniquilando la esencia y las raíces de estas gentes.
En medio de todo esto, le pregunto a las personas que fotografío que es lo más importante para ellos en la vida y que esperan del futuro y trato de mostrar esos anhelos o sentimientos en una fotografía que coloco al lado del retrato. No importa de dónde seamos o que color de piel tengamos, todos, queremos lo mismo, todos amamos lo mismo. Nuestra familia, la religión, el bien para nuestra comunidad…
Esta es una búsqueda personal, para tratar de averiguar qué es lo más importante para mí en la vida, para ello he hecho esta pregunta a más de doscientos seres humanos en todo el sudeste asiático durante 8 años.
El equipo
Una vez alguien me dijo, alguien que no tiene ni idea de fotografía en absoluto y que me dio la opinión de alguien, que nunca había estado delante de una imagen fotográfica de esas dimensiones, “Da la impresión de que puedes tocarla, de que tiene volumen”. Creo, que es el mejor piropo que he recibido en mi carrera profesional, porque eso es lo que persigo, ser lo más fiel posible a la realidad. Para esto, la cámara Fujifilm GFX50R es la herramienta perfecta. La fidelidad con la que capta los colores y algunos detalles imperceptibles para la mayoría de sus competidores, la convirtieron en mi elección. Los fabricantes que están a la altura en cuestiones de captación, no lo están en materia de portabilidad y resistencia a la intemperie, así que, básicamente, este nicho de la fotografía documental de alta calidad, es un coto de caza privado de Fujifilm.
Elegí el formato medio, porque es un proyecto destinado a ser expuesto en gran formato. Cuando haces copias a partir de 70 centímetros, es cuando realmente ves las diferencias entre formatos. El ruido, la profundidad de color y su rango dinámico son absolutamente incomparables y eso, es lo que quería, que quien se plante delante de uno de mis retratos, no vea pixels, sino a una persona con la que parezca que puedes mantener una conversación.
Este año se cumplen 25 años de profesión para mí, he pasado por todas las marcas posibles, incluso por algunas que ya no existen. Para los retratos, siempre usé formato medio, sobre todo por el visor superior, que me permitía disparar a la altura de la cintura. Esto tiene dos beneficios clave: uno, evita la fuga de líneas, sobre todo si trabajamos con un gran angular, así, la molesta deformación que convierte a las personas en chinchetas, desaparece. Y segundo y no menos importante, porque me permitía mantener el contacto visual con las personas fotografiadas. La cámara en la cara, crea una barrera de comunicación con el/la modelo, que además te hace perder fotos continuamente. La pantalla abatible de esta Fujifilm, me permite seguir haciéndolo.