Las canciones son cómo las fotografías, permiten inmortalizar momentos específicos y concretos. A todos nos ha pasado que hay ciertas canciones que cuando las escuchamos, pase el tiempo que pase, nos conectan con ese instante. Y esa conexión con las imágenes y los recuerdos, no hubiese sido posible sin mi compañera de viaje, la cámara Fujifilm X-T100.
No soy fotógrafa profesional, pero sí una apasionada de la fotografía que a modo intuitivo, a base de ensayo – error, trabajando los ajustes y valores de mi cámara, intenta que surja la magia.
La aventura comienza y se llama Islandia. Ya era de noche en Reykjavik pero ni el frío islandés ni su ambiente húmedo sirven de excusa para disparar e inmortalizar cada momento. Su rendimiento y duración de la batería fue más que óptimo en estas condiciones durante todo el viaje. El recorrido comienza por la Ring Road, que es la carretera principal que rodea toda la isla, son más de 1000 kilómetros y de ella se bifurcan los caminos y vías secundarias que esconden paisajes imposibles y llenos de contrastes. Sin duda, la mejor alternativa es recorrer la isla en coche para verla y capturar los momentos a tu aire y sin límites. Llevé un único objetivo, el Fujinon XC15-45mm, pequeño y ligero, con una distancia focal equivalente a 23-68mm y con un zoom de 3x, perfecto para captar cada paisaje y sus matices. Blancos, azules y negros, son los colores que nos acompañarán durante el recorrido.
La ruta estaba planeada semanas atrás, pero una vez allí también entra en juego la improvisación, sobre todo si viajas en otoño o invierno. Quedarse tirado en medio de la nieve para descubrir y fotografiar nuevos lugares, puede ser también una aventura por sí sola. Y una cámara compacta con una empuñadura de fácil agarre como la de la Fujifilm X-T100, es imprescindible para situaciones donde el disparo depende de segundos. Comenzamos por el sur y una de nuestras primeras paradas fue la cascada de Gullfoss que es una de las más bonitas de Islandia , de ahí el nombre de “La Cascada de Oro”. Visitamos también el Parque Nacional de Þinvellir, donde en la actualidad hay una bandera de Islandia que señala la riqueza histórica de la zona. También se puede ver a lo lejos una iglesia, de las primeras del país, y una granja, residencia oficial de verano del primer ministro islandés. La óptica que acompaña el cuerpo de mi cámara es polivalente y destaca por su gran calidad, incluso a máxima apertura es rabiosamente nítida.
El recorrido por la Ring Road continuó por el área geotermal del Geysir , una visita al cráter Kerid y a las múltiples cascadas de Seljalandsfoss, Selfoss y Skógafoss. También fuimos a los acantilados de Dyrhólaey, a la playa de arena negra de Vík y al lago glaciar de Jökulsárlón, donde cerca estaba también, la playa de los Diamantes.
El tiempo en Islandia en esta época del año es cambiante, revuelto, con nieve, ventisca, lluvia a ratos y rayos de Sol, lo que hace posible ver un festival de tonalidades a la vez. Tener la cámara en la mano y tratar de captar esa luz tal y como es, es difícil, pero el balance de blancos de la Fujifilm X-T100 permite que la fotografía capte con mucha precisión el color original.
Cerca de Vík, se encuentra el DC-3, un avión abandonado en 1973 que por una pérdida de combustible aterrizó forzosamente con éxito en Sólheimasandur. Fue uno de esos momentos que durante el viaje no se olvidan. No es un monumento, un glaciar, ni tan siquiera una cascada, pero es totalmente impactante.
Lo más llamativo de la isla, era poder descubrir la cantidad de faros que había en ella, 104 en toda Islandia. En nuestra ruta, nos encontramos varios que llamaban la atención por lo distintos que eran entre sí, grandes, pequeños y de colores, rojos, naranjas o amarillos. Y ahí estaba de nuevo mi compañera dispuesta a captar esa interacción y ese contraste. Ir de viaje dentro de lo planificado está bien, pero salirte de lo establecido y encontrarte algo que no esperabas, es todavía mejor. Y así es, un día recorrimos bastantes kilómetros en coche, abandonando las zonas verdes y adentrándonos en la parte norte. Esta zona es totalmente opuesta a la zona sur, es más tranquila y menos habitada, pero dar la vuelta a la isla tiene su encanto y te permite descubrir sus matices. Así es como llegamos a un pueblo pesquero al fondo del fiordo, que conserva a día de hoy gran importancia, Seydisfjordur, donde había una iglesia de madera de color azul celeste y un camino empedrado de baldosas de colores.
Un día amanecías rodeado de nieve y otro con un tiempo espléndido, aunque iba cambiando a lo largo de la jornada para cumplir el dicho islandés; “If you don’t like the weather now, wait five minutes — it will probably get worse.”
Menos de cinco minutos es lo que se tarda para tener todas las fotos disponibles en el móvil gracias a la conexión WiFi de la cámara Fujifilm X-T100 y la sincronización con la aplicación de Fujifilm Camera Remote, que hace posible cargar las imágenes en tu galería o subirlas a Instagram de forma instantánea. Si viajas a Islandia acabarás entendiendo que “Foss” significa cascada y que “Kirka” significa iglesia, porque sí, está rodeada de cascadas e iglesias, cada una mejor que la anterior. Así es como, tras pasar por Godafoss y Dettifoss, llegaríamos al oeste de la isla, donde se encuentra la península de Snaefellsbaer y Arnarstapi. Dicen que esa zona es una “Islandia en miniatura”. Y tan cierto, los acantilados son espectaculares, tanto por su altura, como por sus formas y colores. Por esta zona, está la iglesia Búdirkirka, construida sobre un campo de lava, una iglesia totalmente negra que contrastaba con el blanco del paisaje. Un atractivo para cualquiera que le guste la fotografía. El color, las texturas. La vivencia es única.
Y por último y no menos importante, una vista de pájaro desde la iglesia de Reykjavik, Hallgrimkirka, famosa por ser el edificio más alto del país, por su estructura futurista y por estar hecha de hormigón. Una experiencia increíble que no hubiese sido igual sin mi compañera de viaje. Cámara ligera, idónea para viajar, con un visor electrónico fluido y un rendimiento del sensor en color, nitidez y respuesta a ISOs altos, muy bueno. Y qué decir de su estética y ergonomía, la combinación perfecta. Fotografía los instantes, transmite y escucha para conectar cada momento y volver a ellos siempre que quieras. “Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo, el corazón y el oído, en un mismo eje”.